Mitad de año, hacemos caer mitos y tiramos recomendación

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Primero vamos con una recomendación.

Vamos a ir con un blanco, que es de la uva Pedro Ximenez, una cepa que viene del sur de España y en argentina es la variedad blanca más plantada.

El recomendado es el Pedro Ximenez de la Bodega Martino Wines

Un blanco que realmente sorprende que viene de La Consulta en el Valle de Uco a unos 1100 metros en  Mendoza. Se crio parte en vasijas y parte en barricas de roble francés nuevas.

Mini cata: De color amarillo con pinceladas verdes, al olerlo aparecen racimos de flores blancas perfumadas por pomelos, es un vino fresco y gratamente sorprendente.

Un vino ideal para entrarle a una fuente kilométrica de rabas.

Y hora, ¿ustedes creen que si comen sandía con vino podés encontrar la muerte?

¿Cuantas veces escuchamos esta afirmación?

¿Y en cuantas comilonas vimos a la gente poner un pedazo de sandía en un vaso de vino buscando la demostración certera de que se endurece, y lo mismo pasaría en nuestro estomago?

¡Esto es falso de falsedad absoluta!

Porque no te mata, pero si te puede matar de amor.

¿Pero de donde viene este mito?

El mito este viene de un pueblito de España, donde sus principales economías era el cultivo de la vid y de la sandía…

Y está demostrado por una de las universidades que solemos mencionar en nuestros números nos avalan que:

La sandía tiene un aminoácido llamado L-arginina, que al ser metabolizado en el organismo produce óxido nítrico, y el óxido nítrico es un potente vaso-dilatador natural.

Y el vino dentro de los famosos polifenoles, promovedores también del óxido nítrico, al igual que el aminoácido de la sandía. Así que duplicamos la dosis del vaso-dilatador natural.

Ahora, ¿a qué les suena esto?

¡Así es! Un viagra natural.

El tema es que por los fines del 1800, en un monasterio de este pueblito, un cura castrador (como la gran mayoría de los curas) veía después de las comilonas que se mandaba la muchachada entrándole al vino con sandía como se zarandeaban y movían las vides entre unos gemidos muy irritantes para los oídos de la curia.

El cura, uno del monasterio cansado de gritar o mandarles los perros a la gente sin resultado, hizo lo que mejor sabe hacer la iglesia, meter miedo y culpa a sus seguidores, por lo que comenzaron a correr la voz de que si mezclas sandia con vino tenías un pasaje directo al infierno, con el tiempo esta leyenda se fue deformando, y terminaron diciendo que en lugar de ir al infierno ¡te morís!

Habiendo terminado con esto… busquemos una sandía calada, metámosle tinto adentro y ¡a brillar mi amor!