Agosto, Pachamama, Caña con Ruda y vinos Amalaya

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Hablamos de la pacha mama por la caña con ruda… Y si hablemos de Amalaya, tenemos que hablar de los vinos de esta bodega maravillosa.
Amalaya en lengua indígena significa “Esperanza por un Milagro” y esto pasó cuando Donal Hess, un suizo bodeguero coleccionista de arte (tiene un museo increíble) y zahorí (buscadores de agua con palos), este dato va a importar un poco mas adelante, no estoy tan loco.
Las primeras tierras que compro Donald Hess en Argentina fueron los viñedos del Arenal, un terreno muy alto sin uso, donde nadie, ni siquiera los Incas, habían trabajado la tierra.
Parece ser que mientras todos le decían a Donald que no estaba en sus cabales, porque en esa tierra no iban a encontrar agua, Donald saco los palitos del bolsillo y empezó a buscar agua, y la encontró.
Contrato una empresa que hace los pozos de agua, arrancaron el trabajo (con ganas de abandonar porque no encontraban resultados) y llego el momento del milagro! Empezó a brotar el agua y ahí Donald escucho la voz de un tipo gritando AMALAYA, como expresión de ese milagro.
Y así es como decidió bautizar esta bodega hermosa de Cafayate, a 1700 metros de altura, que nace como vinos de corte riquísimos, de mucha identidad y con una relación precio calidad imbatible.
Vamos con un par de recomendaciones de la bodega:
Si tenemos la suerte de pegar amistades con pileta, o nos la rebuscamos en un patio o balcón con las patas en una palangana, ahí reina el Amalaya corte de Torrontés con Riesling, una mezcla impecable de la intensidad del Torrontés con la elegancia del Riesling.
Y si vamos con un buen bife de chorizo, el Corte único de Malbec, Cabernet Sauvignon y Tannat va a enamorar por su complejidad e identidad de la región.
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